
Con tanto esmero te sentiste sumergida en el mundo lóbrego y silencioso.
En donde no brilla el alma, sino los aristócratas de limítrofe pensamiento.
En donde tu vos no tiene espacio ni lugar, en donde no piensas. Ni en otro lugar lo harás.
Vuelas entonces, con tu cuerpo opaco, tu alma opaca… y buscas algo que te haga especial.
Te enfermas. Durante tu percepción profanada y descabellada, por sobresalir… logras tener un espacio en alguna realidad…
De algún recuerdo, que ahora… no lo tengo. Puesto que haz dejado ver tu gris cuerpo, y ya no recuerdo mas.
Eres una más que sirve.
Para limpiar.
Para trabajar y servir al país.
Olvídate de tus ganas de ser especial, guárdalas en algún vestido que no te quede ya, esconde tus vergüenzas en el jardín de tu casa.
Y vete a acostarte temprano que mañana deberás servir. Contestar el teléfono, dibujar tu vida con alguna buena posición.
Porque, ahora… esa no es tu casa. No es tu vida. No tienes posición alguna, y te morirás sin nada que defender


